La industria cosmética solía vender milagros en frascos caros.
Entonces llegó The Ordinary y puso todo patas arriba.
¿Su propuesta? Ingredientes de alta eficacia a precios asequibles, nada más.
Fue fundada en 2016 por Brandon Truaxe con una idea simple pero poderosa: hacer el cuidado de la piel accesible y honesto para todos. En lugar de marketing exagerado, etiquetas confusas o “fórmulas secretas”, The Ordinary llamó a cada producto por lo que es (niacinamida al 10%, ácido hialurónico al 2%…) y contó la verdad sin rodeos. Transparencia total en ingredientes, resultados y precios.
Esa transparencia radical sembró una confianza inmensa en consumidores jóvenes y expertos por igual.
¿Un serum de retinol por 7 euros y con concentración efectiva? Parecía imposible en un mercado donde muchas marcas cobraban 10 veces más por frascos llenos de rellenos inútiles. The Ordinary demostró que se puede prosperar con fórmulas sencillas, eficaces y a precio competitivo, desnudando a la industria tradicional que prometía milagros que no cumplía. Su envase minimalista y falta de publicidad costosa eran deliberados: dejaban que el producto hablara por sí mismo.
¿El resultado? Un fenómeno global.
En pocos años, esta marca canadiense pasó de nicho friki a presencia en millones de tocadores alrededor del mundo. Sin gastar en grandes campañas, crecieron gracias al boca a boca, reseñas sinceras y una comunidad online apasionada que agradecía la honestidad. The Ordinary se volvió cool precisamente por no intentar ser cool, sino útil.
En 2024, el gigante Estée Lauder terminó adquiriendo su empresa matriz (DECIEM) valorándola en alrededor de 1.700 millones de dólares, con The Ordinary generando cientos de millones en ventas anuales. Sí, una marca que vende frascos de cinco a diez euros conquistó a un titán de la cosmética — eso es disrupción real.
Pero el camino no estuvo libre de desafíos.
Cuando The Ordinary tuvo que subir sus precios por primera vez, lo hizo fiel a sus principios: lo anunció públicamente con antelación, explicando claramente los motivos.
Lejos de ocultarlo, honró su lema de “fórmulas clínicas hechas con honestidad” incluso en una decisión delicada. Algunos fans inicialmente se quejaron en redes sociales; la marca respondió dando la cara: publicó las críticas abiertamente y ofreció un descuento temporario del 20% en su producto más vendido para agradecer la lealtad.
¿El resultado de tanta franqueza? Se llevaron el premio a la coherencia del año en la industria, por alinear sus acciones con sus valores de transparencia y valentía. Y, más importante, reforzaron el vínculo con su comunidad, demostrando que no subestiman a su público.
Primero, la confianza del cliente no tiene precio (irónicamente, ellos la ganaron bajando los precios). En un mundo saturado de publicidad, ser honestamente diferente puede ser tu arma secreta.
The Ordinary nos recuerda el poder de aportar valor real antes que humo: si tu producto de verdad funciona y tu marketing no engaña, crearás evangelizadores de marca gratuitos.
Segundo, innovar no siempre implica alta tecnología: a veces es cuestión de modelo de negocio. Identificar un sector inflado y ofrecer una alternativa justa puede abrirte un mercado global.
Tercero, debes mantener tus valores en las buenas y en las malas, pagar dividendos. Cuando eres coherente (subiendo precios, lanzando un producto fallido, manejando una crisis) la gente te lo reconoce.
The Ordinary inspiró a toda una generación a leer etiquetas de ingredientes y desconfiar de los “milagros” caros. Su impacto obligó a las grandes marcas a ponerse las pilas en transparencia y a lanzar líneas más asequibles.
En definitiva, democratizaron el skincare de calidad. Y lo lograron siendo radicalmente sinceros. Así que, emprendedor: piensa en tu industria. ¿Qué verdades incómodas podrías decir? ¿Qué costos innecesarios eliminar para devolver ese valor a tus clientes?
A veces, romper las reglas con integridad no solo te hace destacar… te convierte en líder. Porque construir marca desde la autenticidad crea un vínculo que ningún presupuesto publicitario puede comprar. La honestidad radical puede sonar arriesgada, pero como mostró The Ordinary, puede ser el cimiento de algo extraordinario.