Warren Buffett es considerado un maestro de la inversión que domina todo lo relacionado con las acciones, la bolsa, los movimientos financieros o las apuestas seguras sin riesgos innecesarios.
Más allá de eso, el ‘Oráculo de Omaha’ es señalado por su capacidad para «invertir en las personas», como describe Bill Gates, su amigo desde hace 30 años y quien asegura haber aprendido «lo más importante» de él.
Por naturalidad y forma de ser o por estrategia para que otros quieran hacer negocios con él, dicen que Buffett se comporta en su vida personal de forma amable, honorable y decente para atraer a personas de gran calidad a su órbita.
De ese carácter cercano y natural han sido testigos desde William Green, autor del libro Richer, Wiser, Happier (Más rico, más sabio, más feliz), y el propio Gates hasta estudiantes universitarios, con los que ha compartido bromas, consejos y anécdotas en alguno de sus discursos.
Uno de los más recordados —allí también compartió lo que considera «el test definitivo» para saber si una persona ha tenido éxito en su vida— es una charla que dio en 2001 en la Universidad de Georgia (EEUU), como parte de una serie en la que la institución invita a «conocidos líderes de diversas organizaciones para que compartan con los estudiantes sus experiencias y estilos de liderazgo únicos».
Durante el discurso, en tono informal y distendido, el cofundador y presidente de Berkshire Hathaway cuenta a su joven público que una de las cosas que le suelen preguntar es dónde se debe empezar a trabajar después de terminar la universidad.
«Lo primero que debes hacer» es buscar empleo para «una institución o un individuo a quien admires», aconseja Warren Buffett. «Es una locura aceptar trabajos intermedios solo porque quedan bien en tu currículum o porque te dan un sueldo inicial un poco más alto», advierte.
Para ilustrarlo, el multimillonario —desde hace años una de las personas más ricas del mundo, y en la actualidad en el quinto puesto— se anima a contar una anécdota de hace tiempo, cuando tuvo una conversación con un joven estudiante, asistente a Harvard Business School (Escuela de negocios Harvard, en EEUU), que había ido al aeropuerto a recogerlo.
El estudiante le cuenta a Buffett dónde ha estudiado y la sucesión de empleos que ha tenido y añade, sobre sus planes a futuro: «Pienso que supondría redondear mi curriculum perfectamente si fuera a trabajar ahora para una gran empresa de consultoría de gestión».
«¿Es eso lo que quieres hacer?», le pregunta Buffett. «No, pero es el currículum perfecto», responde el joven.
—¿Cuándo vas a empezar a hacer lo que te gusta? —le plantea entonces el multimillonario—.
—Bueno, ya llegaré a eso algún día —contesta—.
Entonces Warren Buffett recuerda la respuesta que le dio, con la que arranca las risas de su audiencia mientras lo relata: «Tu plan me suena mucho a guardar el sexo para la vejez. No tiene mucho sentido».
«Vete a trabajar para quien más admires. No puedes obtener un mal resultado: saltas de la cama por la mañana y te divertirás», concluye el Oráculo de Omaha.
Finalmente, cuenta que el decano de la universidad le llamó un par de semanas después y le preguntó, sorprendido: «¿Qué les has dicho a estos chicos? ¡Se están haciendo todos autónomos!».
«Así que tienes que moderar un poquito este consejo», admite Buffett.