Hace unos días tomé algo con un grupo de amigos
Uno de ellos es muy simpático, Nacho, fiel lector de estos artículos.
Otro de los amigos, también suscriptor, Salvador, contaba una gran fusión-adquisición que se acaba de producir en la industria publicitaria.
En las oficinas de Estados Unidos algunos empleados de la empresa adquirida se habían puesto en contacto con la compradora para ponerse a sus órdenes y a a su servicio.
Servilmente esperaban instrucciones sobre cómo proceder.
Imagino que debió ser como en las guerras persas cuando a los prisioneros les convertían en esclavos.
Pues seguimos casi así.
Muchas personas necesitan autoridad, guía, instrucciones y que les indiquen cuando cogerse vacaciones.
Nacho lo soltó con una gran carcajada.
Ambos coincidimos en una multinacional en la que mandábamos bastante y concedíamos la gracia vacacional a nuestros equipos. Yo no recuerdo haber tenido que pedirlas, aunque no estoy seguro.
¿Por qué a muchos les agrada la autoridad?
No lo sé, no encuentro explicaciones. Quizá unos padres muy dominantes, falta de seguridad en sí mismos, un execrable sistema escolar, baja autoestima… Habría que estudiar caso por caso.
Me da que no se debe tanto a razones de convicciones políticas, Nacho y yo estamos en posiciones totalmente opuestas.
¿Tiene arreglo esto?
Yo creo que un excelente sistema educativo que se enfoque más en el aprendizaje que en la educación y que suprima la mayoría de tonterías y de paso, profesores tontos, que abundan, daría como frutos personas independientes y autoestimas blindadas.
Si ya de paso fomentasen el auto aprendizaje continuado a lo largo de la vida, la gestión del cambio como parte del proceso y un espíritu crítico, la combinación sería invencible.
Ayudaría, unos padres exigentes, poco protectores, que descarguen la responsabilidad, estrictos en los detalles y que no apacigüen a los niños con pantallas para anular sus mentes.
¿Cuáles serían los frutos?
Probablemente un país muy competitivo, con propuestas innovadoras, en el que no se tolerase la corrupción política, con activismo civil sólido, muchísimo emprendimiento y muchísimo empleo de calidad, sueldos dignos, personas felices y poco servilismo, los buenos profesionales serían tan apreciados por las muchas empresas que se sortearían y hasta podrían decidir sus propias vacaciones.
Y tú, ¿ya estás de vacaciones?
Pues que las disfrutes mucho