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La razón por la que tienes que pagar hasta siete veces más de lo que cobran los agricultores por los alimentos

El camino de la huerta a tu mesa es largo. Largo y aparentemente costoso. Un agricultor recibe 30 céntimos por kilo, pero en el supermercado los encuentras a más de 2 euros. Siete veces más. Los precios de los limones se inflan un 583% desde lo que se paga en origen a lo que cuesta en los supermercados. ¿Por qué?

En el proceso de fijación del precio final de un producto intervienen muchos factores. Es lo que se conoce como cadena de distribución y lo que explica, aparentemente, el incremento. Es necesario transportar los alimentos, almacenarlos, empaquetarlos… Suele haber un intermediario que se encargue de ello. Pero, ¿esto justifica la abismal diferencia entre el precio que recibe el agricultor y el que se paga en tienda?

Factores que intervienen en el precio final

A la hora de hacer comparaciones y analizar las diferencias de precios entre los diversos escalones de la cadena comercial es necesario tener algunos aspectos claros. No hay que confundir el margen bruto (diferencia entre el precio en origen y el final) con el beneficio, que es el resultado de restarle al margen bruto los costes directos e indirectos asociados a los diversos procesos de comercialización.

Desde que un tomate es plantado en la huerta hasta que lo compras en la frutería o en el supermercado, pasan muchas cosas. Producirlo y recolectarlo ya supone un coste principalmente por la mano de obra, el agua y otros suministros, fertilizantes y fitosanitarios, abonos…

Después debe ser transportado y almacenado. El siguiente paso es la manipulación y el envasado, que sube el precio teniendo en cuenta la mano de obra, pero también la merma del total de estos productos, que no llegan a las condiciones suficientes para subir el próximo escalón, informa el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

A continuación, los productos se transportan hasta grandes plataformas logísticas para su posterior distribución.  De ahí viajarán al punto de venta final: tienda, mercado, supermercado o gran superficie. Todo esto va incrementando en céntimos el precio final, en razón de costes de embalajes, envases, personal, electricidad, transporte, agua, tasas, etc.

Cuánto se encarece el precio de los alimentos de origen a súper

Cebollas, limones y aceitunas. Los tres alimentos con la mayor diferencia entre origen y destino.

Según el Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos (IPOD) de COAG, las cebollas aumentan un 591% del cultivo a la tienda; El limón roza los 0,35 euros por kilo en origen, pero se vende a 2,27 euros en los supermercados, lo que quiere decir que su precio se multiplica un 549% en su llegada al consumidor. En el caso de las aceitunas de mesa, su precio se multiplica 6,47 veces del origen a la tienda: los agricultores perciben 1,18 euros, mientras que el kilo se comercializa 7,63 euros en el punto de venta.

Según el IPOD de enero, el precio de los productos agrícolas desde su origen hasta el consumidor final se ha cuadriplicado en el primer mes de 2025. De media, suben un 273% del campo a la mesa. En lo relativo a los productos ganaderos, el incremento también es notable: lo hacen un 195%.

En cuanto al Índice de Precios de Consumo (IPC), ha registrado un incremento de dos décimas en su tasa interanual, alcanzando el 3%. En enero, la cesta de la compra subió un 1,22%impulsada especialmente por el alza en bebidas, carne y lácteos.

FACUA también ha detectado un encarecimiento de hasta el 583% en el precio de determinados alimentos básicos en los supermercados (Mercadona, Dia, Alcampo, Eroski, Alcampo y Carrefour) con respecto a su precio en el campo. Así, además del caso de limones o cebollas, la organización señala una diferencia del 300% en los garbanzos o de más del 200% en las manzanas golden.

El foco en los supermercados

Una forma de reducir estos intermediarios y pagar precios más justos es comprar directamente a los productores, por ejemplo, a través de cooperativas. O en la frutería de barrios, que normalmente se abastece en  los ‘merca’,  y que ha tenido menos pasos intermedios.

Los agricultores también dan salida a su producción, con una venta más directa del campo al supermercado. Esto conlleva, en cambio, la entrada en la cadena de plataformas que, según denuncian los agricultores, suponen uno de los eslabones en los que más se encarece el precio en origen.

Desde Facua también ponen el foco en los grandes distribuidores.

«Los consumidores tenemos que resignarnos con lo que está ocurriendo, porque realmente no tenemos reales alternativas en el mercado. No podemos comparar entre supermercados, no podemos comparar entre distintas superficies porque la especulación sigue ahí», manifiesta la organización, que señala directamente como responsable a los supermercados.

Es por ello que desde hace años Facua reivindica, como solución, el doble etiquetado. En el que se recoja lo que se paga al pequeño agricultor y el precio final en el supermercado. «Ofrecería la posibilidad de conocer qué empresas inflan más sus márgenes de beneficio y cuáles castigan más al sector primario, obligándoles a ajustar excesivamente sus precios».