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«Solo pagos con tarjeta»: para las personas que dependen del efectivo, la vida se está volviendo más difícil (y Suecia es el mayor ejemplo de ello)

Si hay un país donde es habitual pagar con tarjeta es en Suecia. A diferencia de lo que pasa en España, donde tres cuartas partes de los españoles utilizan dinero en efectivo todas las semanas para sus pagos, en el país nórdico el cash cada vez se ve menos.

En 2023 solo un 10% de los suecos afirmó pagar en efectivo su última compra. En 2022 únicamente lo hizo el 8%. El Banco de Suecia señala que la cantidad de efectivo en circulación en el país se ha reducido a la mitad desde 2007.

Adiós efectivo, hola móvil

Los datos muestran una tendencia al alza del uso de tarjetas y cada vez más de pago con el móvil. La transición hacia la eliminación del efectivo se aceleró cuando un grupo de bancos creó la aplicación de pagos móviles Swish en 2012. Hoy, más del 80% de la población tiene una cuenta Swish.

No solo eso, en una encuesta del banco central sueco de 2023, la mitad de los encuestados aseguró que querían pagar en efectivo pero que el establecimiento no lo aceptaba.

La Federación Sueca de Comercio lleva a cabo encuestas entre sus miembros, que recientemente han demostrado que casi nueve de cada diez comerciantes aceptan dinero en efectivo. Sin embargo farmacias, restaurantes, peluquerías o transporte público no están incluidos en la federación y en general no suelen decantarse por este método de cobro.

Parte de esto se debe a una ley sueca única que prioriza la “libertad de contrato” por encima de cualquier requisito legal de aceptar efectivo. En otras palabras, depende de las empresas (incluidos los bancos) si aceptan o no efectivo.

Desde 2021, algunos bancos tienen la responsabilidad compartida de proporcionar lugares donde las personas puedan retirar efectivo y donde las empresas y asociaciones puedan depositar sus ingresos diarios. En la actualidad, este servicio está disponible en tan solo 139 sucursales en el país, de las cuales 113 son sucursales de cajas de ahorros. Si no eres cliente de una caja de ahorros que ofrezca servicios de efectivo, solo puedes recibir ayuda para pagar facturas en efectivo en las 26 sucursales de la empresa ChangeGroup, que se encuentran principalmente en el sur de Suecia.

Los bancos tampoco están obligados a ofrecer soluciones para que los particulares depositen dinero en una cuenta. Según el mapa de Bankomat AB , en febrero de 2024 había 391 puntos de depósito en el país. Sin embargo, estos solo aceptan billetes y no monedas.

Excluidos de la vida cotidiana

Aunque pocas personas pagan en efectivo, un número cada vez mayor de personas en el país tiene una actitud negativa ante la disminución del uso del dinero físico, el 44 % en 2023 en comparación con el 36% en 2022, según el Banco Central de Suecia.

La proporción de encuestados que afirman que no podrían vivir sin efectivo en la sociedad actual también ha aumentado. Entre las explicaciones, podría deberse a un efecto de una mayor conciencia de la crisis debido a la guerra en Ucrania. También a una solución de respaldo cuando las tarjetas y los métodos de pago digitales pueden no funcionar.

No obstante esto son proyecciones sobre futuros problemas, pero la realidad es que mientras tengas una cuenta bancaria y tecnología, probablemente una vida sin dinero en efectivo no suponga mucha complicación. No lo es así, para las pocas personas que todavía dependen del efectivo, para quienes la vida diaria se está volviendo un quebradero de cabeza.

Así lo recoge por ejemplo una investigación reciente de la universidad de Lud (Suecia). Las entrevistas realizadas ponen en evidencia que los grupos más desfavorecidos de la sociedad sueca  viven en una situación de dependencia del dinero en efectivo inducida por la pobreza, «lo que significa que dependen de los pagos en efectivo porque no tienen cuenta bancaria, carecen de crédito o no pueden permitirse la tecnología digital», explican los autores en The Conversation.

«Algunas de las personas que entrevistamos no tienen hogar o padecen problemas de salud mental, escriben. «Otras viven con ingresos muy bajos. Los obstáculos a los que se enfrentan son tanto prácticos como culturales. Se sienten delincuentes, infravalorados y excluidos de gran parte de la vida cotidiana«. Las personas mayores, en particular, tienen dificultades para pagar sus facturas digitalmente, recalcan.

«Burbuja del efectivo»

Limitarte al dinero físico conlleva lo que los investigadores han denominado “burbujas de efectivo”. El efectivo funciona como una moneda local, aislada del resto de la economía.

En palabras de los autores, con dinero físicos se pueden comprar artículos de primera necesidad e ir a cafeterías sencillas, pero no se puede pagar el estacionamiento ni las facturas sin ayuda. No es que no tengas dinero para pagar el servicio médico recibido en una clínica media, es que no tienes forma de pagarlo.

Es más, ser pobre digitalmente es caro. Como ejemplo el de las personas sin hogar que duermen en sus coches y no pueden utilizar los parquímetros sin efectivo, «por lo que ha surgido un mercado ilícito en el que las personas con móviles  y cuentas bancarias pagan el aparcamiento con un coste adicional sustancial», denuncia el artículo.

Varios factores influyen en que Suecia esté cada vez más cerca de dar el dinero físico por muerto.

Por un lado los suecos por lo general tiende a adoptar rápidamente las tecnologías. Por otro lado está el papel omnipresente de los bancos en la infraestructura de pagos e identificación. Los bancos crearon la aplicación de pagos Swish, utilizada hoy de forma masiva en la población, y también emiten la identificación electrónica necesaria para acceder a servicios públicos como la autoridad fiscal y las prestaciones por enfermedad, discapacidad y desempleo. Por tanto, si no eres cliente del banco, no podrás acceder a estos servicios públicos. Desde la pandemia además el dinero en efectivo se ha vinculado con algo «sucio».

Todo esto combinado ha dado lugar a una sociedad sueca moderna «en la que el dinero digital es bueno y el efectivo se asocia con el crimen y la corrupción«, matizan los investigadores en el artículo.

Entre los testimonios, el de una mujer que ahorró para comprarle a su nieto un regalo que quería, pero en la caja de la tienda le dijeron, con su nieto delante, que no aceptaban su dinero. “Me sentí como una ladrona”.